martes, 12 de febrero de 2019

Carta de un Corazón


Carta de un Corazón

Buenos días corazón. ¿Cómo estás?, le pregunté. Sobreviviendo me contestó en tono melancólico: “Otro día más para sobrellevar la situación. Lo único que me mantiene vivo es la esperanza de que hoy la pueda volver a ver”.

Rápidamente me miré en el espejo. Reflejaba el paso del tiempo, que lenta pero inexorablemente avanza y deja su huella reflejada. ¡Como todas las mañanas! De la casa al trabajo y del trabajo… a la nada.

Pero ese día era un día especial: ¡viernes! Ella estaría cantando, en su lugar. Ahí reinaba con su silencioso caminar, con la sonrisa que conquista cualquier corazón por su ternura y qué decir de sus hermosos ojos negros, grandes y bellos y que brillan con la oscuridad y con el destello de las luces cual luceros en el firmamento del amor y la armonía.

Finalmente salía del trabajo a reunirme con los amigos, para pasar el tiempo y que llegase la hora de verme en sus ojos, promesa de algo muy bello. ¡Cuánta felicidad ha de sentir quien esté a su lado! No todos pueden alcanzar una estrella, ni hacer realidad sus sueños.

Pasado el tiempo entre cervezas, cigarros y risas, ocasionalmente y como un regalo de la vida, volvía la vista y la podía admirar sin reservas, sin que notase la presencia, ni el fuerte latir por su existencia.

Me despedía con la esperanza de que se levantara y me abrazara en afable despedida. Al contacto con su cuerpo, mi sangre hervía, pero podía más mi careta de alegría, para que no se diera cuenta de mis sentimientos.

Hoy, corazón, quién sabe por qué extrañas circunstancias, tú eres el que reina en esa casa, donde vive el corazón que tú amas. Hoy puedo decirte sin temor a equivocarme que eres millonario no en metales o en dinero, sino en el amor de la que te ama.

Esto, corazón, no tiene razón ni lógica, pero qué importa; vive el momento que el tiempo nunca regresa y lo único que importa es que seas feliz al hacer feliz a quien te ama.
Pescador de Ilusiones